martes, 10 de abril de 2018

LA ARQUITECTURA DEL HIERRO Y EL CRISTAL. UNA POLÉMICA REVOLUCIÓN

 




El siglo XIX fue el de la expansión de la Revolución industrial por Europa Occidental y EE UU.

Sus nuevas formas de producción (trabajo en cadena), sus materiales (especialmente el acero) y sus nuevas necesidades (estaciones de ferrocarril, puentes, mercados…) renovaron por completo la arquitectura del momento, iniciando la llamada arquitectura del hierro y cristal que es el antepasado directo de nuestros edificios actuales.
  
                                   Estación de Atocha. Madrid






Esta revolución arquitectónica se basó especialmente en un nuevo material, el acero. Sus cualidades le permitían una construcción más rápida y barata (las piezas ya llegaban hechas a la obra y sólo era necesario montarlas), a la vez que (gracias a su resistencia) conseguían eliminar los soportes internos, consiguiendo arquitecturas diáfanas (sin obstáculos visuales), con gran capacidad de generar un espacio interno muy amplio, adaptable a cualquier necesidad.


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Ambas imágenes pertenecen al Mercado Central de Valencia. Observa como no existen columnas intermedias lo que permite una visión diáfana (sin obstáculos visuales) que puede adaptarse a las necesidades prácticas.







Junto al acero, otro material será protagonista: el cristal
Gracias a las nuevas tecnologías este cristal era mucho más resistente que el vidrio antiguo, pudiendo cubrir grandes espacios que permitían la iluminación natural de las arquitecturas a la vez que eliminaba peso muerto en las paredes de las obras. 




También fue utilizado como invernadero de la flora de Filipinas para una exposición Iberoamericana.


Sin embargo, y pese a todas estas ventajas, la nueva arquitectura tuvo serios problemas para imponerse. El principal de ellos era su falta de belleza (entendida en el sentido tradicional). Los arquitectos más clásicos sólo veían en estos edificios un puro amasijo de hierros.




Por ello, las primeras obras del estilo serán obras de ingenieros, no de arquitectos. Obras esencialmente prácticas (utilitarias) como estaciones de ferrocarril, puentes… u otras simplemente efímeras (pensadas para ser utilizadas durante un cierto tiempo para luego ser desmontadas), siendo fundamentales para su desarrollo las Exposiciones Universales.



(Pabellón para la Exposición Nacional de la Minería de 1883)

Quizás la obra más emblemática (y primeriza) de este nuevo estilo sea el Pabellón que Paxton realizó para la Exposición Universal de Londres.

 Paxton Pabellón Exposición Universal de Londres.(Cristal Palace, 18541)


Su forma está inspirada en la estructura de los invernaderos (de los cuales era experto Paxtón) y tenía las ventajas de su diafanidad, gran espacio interior e iluminación natural. Era, además, el perfecto lugar para exponer las últimas novedades generadas por la industria, precisamente en un marco arquitectónico puramente industrial.

Sin embargo, el gran éxito de la arquitectura del hierro y el cristal fue la famosa Torre Eiffel, también edificada para una Exposición Universal (la de 1889, primer centenario de la Revolución francesa).



Pensada de forma efímera se decidió mantener pese a no tener una clara utilidad. Ante esto hubo una gran polémica. 

Fijaros en la carta que escribieron artistas y personajes relevantes de la cultura francesa
Escritores, escultores, arquitectos, pintores y aficionados apasionados por la belleza hasta aquí intacta de París, queremos protestar con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra indignación, en nombre del gusto francés mal apreciado, en nombre del arte y de la historia franceses amenazados, contra la erección, en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa Torre Eiffel. ¿La ciudad de Paris será por más tiempo asociada a las barrocas y mercantiles imaginaciones de un constructor de maquinas para deshonrarse y afearse irreparablemente? Pues la Torre Eiffel, que ni la misma y comercial América querría, es, no lo duden, la deshonra de París. Todos lo sienten, todos lo dicen, todos se afligen profundamente, y no somos más que un débil eco de la opinión universal, tan legítimamente alarmada. Por último, cuando los extranjeros vengan a visitar nuestra Exposición, exclamaran sorprendidos:

“¿Cómo? ¿Éste es el horror que los franceses han encontrado para darnos una idea del gusto del que tanto presumen?




Realmente lo suyo no era la profecía, pues como todo el mundo sabe, la torre Eiffel muy pronto se convirtió en una de las imágenes más conocidas de París.


Se equivocaron por completo, pues el tiempo terminaría por demostrar que estos nuevos materiales (sin adornos) serían el gran futuro de la arquitectura. Primero en los rascacielos de la Escuela de Chicago, luego en toda la arquitectura del XX y XXI



Ciudad de las Ciencias y las Artes. Calatrava. Valencia. Aún en proceso de construcción en 2009

Frente a todo ello, es habitual que dentro de esta arquitectura, y pese a sus esqueletos y tectónicas radicalmente novedosas, exista toda una intención de recordar estilo anteriores (neos, historicismo, modernismo...) que dieran una máscara más clásica (y bella para el concepto de ese momento)

                  Mercado del Born. Barcelona


Mercado de San Miguel. Madrid



Pasaje Gutiérrez. Valladolid
Y muy a menudo neo-orientalista




OBRAS COMENTADAS

Torre Eifell (París)








El cable inglés. Almería



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Puentes sobre el Duero (Oporto)
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Elevador de Santa Justa (Lisboa)





1 comentario:

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